martes, 9 de febrero de 2010

LA VERDAD DE LA SOJA.

Soja

¿Y nos hayan estado engañando con los supuestos efectos milagrosos de la soja en la lucha contra prácticamente cualquier enfermedad? ¿Es posible que todo sea el efecto de la mayor campaña publicitaria a nivel mundial que se ha realizado hasta la fecha para promocionar un producto?¿Por qué no han salido a la luz los numerosos estudios que demuestran que la soja provoca malnutrición, problemas digestivos, debilitamiento del sistema inmunológico, problemas de tiroides, declive cognitivo, problemas de reprodución e infertilidad, y aumentan el riesgo de cáncer y enfermedades coronarias?
La soja sin fermentar (leche de soja, tofu, proteína de soja...) inhibe la enzima tripsina necesaria para digerir las proteínas, y el ácido fitico que contiene dificulta el metabolismo de los minerales. Aunque sin duda, el problema principal de la soja es su alto contenido en isoflavonas, fitoestrógenos que actúan como hormonas sexuales.

Aunque no consumamos soja directamente, la soja se esconde detrás de la mayoría de los alimentos procesados bajo la denominación de proteína, aceites y grasas vegetales, emulgentes (lecitina-E322), mono y diglicéridos de ácidos grasos (E471). Por otro lado, la mayoría del ganado se alimenta con pienso a base de soja, dado su bajo coste.

La mayoría de la soja que se comercializa, excepto la procedente de cultivos ecológicos, es transgénica

Nuevas investigaciones confirman las razones para evitar el consumo de soja

por Sally Fallon y MarG. Enig, Ph.D.

El concentrado de proteína de soja: no tan saludable como lo pintan.

Los fabricantes de soja han intentado por todos los medios eliminar estos anti nutrientes del producto final, particularmente en el concentrado de proteína de soja, ingrediente primordial de la mayoría de los alimentos que imitan a la carne y a los productos lácteos, incluyendo alimento para bebés y algunas marcas de leche de soja. El concentrado de proteína de soja no es algo que uno pueda elaborar en la cocina. La producción se desarrolla en fábricas donde las habas de soja prensadas se mezclan en un primer momento con una solución alcalina para remover la fibra, luego se precipitan y se separan mediante un lavado ácido, para finalmente neutralizarse en una solución alcalina. El lavado ácido en tanques de aluminio emite grandes cantidades de aluminio que se acumulan en el producto final. La especie de cuajada resultante se seca a altas temperaturas para producir un concentrado en polvo con un alto concentrado en proteínas. Finalmente, se somete a las originales habas de soja a una última indignidad a base de altas temperaturas y a altas presiones para producir, a partir del concentrado de proteínas de soja, proteína vegetal texturizada.

La mayoría del contenido inhibidor de tripsina se puede eliminar con la aplicación de altas temperaturas, pero no todo. El contenido inhibidor de tripsina del concentrado de proteína de soja puede variar mucho. Incluso alimentar ratas con niveles bajos de inhibidores de tripsina resulta en una pérdida de peso comparada con los niveles de control.

Las altas temperaturas tienen desgraciadamente el efecto secundario de desnaturalizar tanto las proteínas de la soja que las vuelve completamente inservibles. Por eso, los animales alimentados con soja necesitan suplementos de lisina (aminoácido) para su crecimiento normal.

Durante el secado se forman nitritos, potentes substancias cancerígenas, así como una toxina llamada lisinoalanina que se forma durante el procesado alcalino. Numerosos aromas artificiales, particularmente MSG, se añaden al concentrado de proteína de soja y a la soja texturizada para enmascarar el fuerte sabor a haba y para emular el sabor a carne.

En experimentos dietéticos se ha comprobado que el uso de concentrado de proteína de soja incrementa en el organismo las necesidades de vitaminas E, K, D y B12, creando también deficiencias de calcio, magnesio, manganeso, molibdeno, cobre, hierro y cinc. El ácido fítico que permanece en los derivados de la soja inhibe de forma importante la absorción de cinc y de hierro. Los animales de laboratorio alimentados con concentrado de proteína de soja desarrollan órganos más grandes, especialmente el páncreas y la glándula tiroides, e incrementan los depósitos de ácidos grasos en el hígado.

Sin embargo, los concentrados de proteína de soja y soja texturizada son ampliamente usados en los colegios, en la bollería industrial, en las bebidas dietéticas (light) y en los establecimientos de fast food. Se han promovido ampliamente en países del tercer mundo, constituyendo la base de la comida entregada en los programas de ayuda.

A pesar de los resultados adversos obtenidos en experimentos con animales, la industria de la soja ha promocionado numerosos estudios designados para demostrar que los productos de proteína de soja son aceptables en las dietas humanas como substituto de las comidas tradicionales.

Un ejemplo lo tenemos en el estudio "Calidad nutricional de los concentrados de proteína de soja: estudios en niños en edad preescolar", patrocinado por la compañía Ralston Purina. En dicho estudio se aisló un grupo de niños centroamericanos que sufrían de desnutrición y se mejoró su salud alimentándolos con productos nativos, incluyendo carne y productos lácteos. Luego, durante un periodo de dos semanas, se sustituyeron dichas comidas tradicionales por una bebida a base de concentrado de proteína de soja y azúcar.

Todo el nitrógeno ingerido y excretado se medía de forma muy estricta: los niños eran pesados cada mañana, y todos los excrementos y vómitos se analizaban. Los investigadores encontraron que los niños retenían nitrógeno y que su crecimiento era adecuado, por lo que el experimento fue declarado un éxito.

Si realmente los niños estaban sanos siguiendo dicha dieta, o permanecerían sanos durante un largo período, es otra cuestión. Los investigadores observaron que los niños vomitaban ocasionalmente, normalmente después de acabar una comida; que aproximadamente la mitad pasaban por periodos de moderada diarrea; que algunos tenían infecciones de las vías respiratorias, mientras que otros sufrían de erupciones y fiebre. Debemos reseñar que los investigadores se atrevieron a utilizar productos de soja para ayudar a que los niños se recuperarán de la malnutrición, viéndose obligados a suplementar la mezcla de soja y azúcar con nutrientes casi ausentes en los productos de soja, especialmente, vitamina A, D y B12, hierro, yodo y cinc.

Soja y Cáncer

Las nuevas normas de la FDA no permiten hacer reclamos publicitarios sobre la prevención del cáncer en los envases de comida, lo que no ha impedido que la industria difunda su literatura promocional.

"Además de proteger el corazón", dice el folleto de una compañía de vitaminas, "la soja ha demostrado tener poderosas propiedades anti cancerígenas. Los japoneses, que comen 30 veces más soja que los norteamericanos, tienen una incidencia menor de cánceres de pecho, útero y próstata".

Es cierto, pero los japoneses, y los asiáticos en general, tienen unos niveles más altos de otros tipos de cáncer, en concreto, cáncer de esófago, estómago, páncreas e hígado. Los asiáticos de todo el mundo presentan también altos niveles de cáncer de tiroides. La lógica que deduce un nexo de unión entre los bajos niveles de cánceres y el consumo de soja requiere también que se atribuya a la misma comida los altos niveles de cánceres de tiroides y del sistema digestivo, especialmente cuando la soja provoca estos tipos de cánceres en ratas de laboratorio.

¿Cuanta soja comen los asiáticos? Una encuesta de 1988 encontró que la cantidad diaria de proteína de soja consumida en Japón era de 8 gramos en los hombres y 7 para las mujeres -menos de dos cucharaditas. El famoso estudio Cornell China, encontró que el consumo de legumbres en China variaba de 0 a 58 gramos al día, con una media aproximada de 12. Si se asume que las dos terceras partes del consumo de legumbres corresponden a la soja, entonces el consumo máximo es cerca de 40 gramos, o menos de dos cucharaditas. Una encuesta de 1930 encontró que las comidas derivadas de la soja sólo suponían un 1,5 por ciento de las calorías de la dieta china, comparado con un 65 por ciento de calorías procedentes del cerdo (los asiáticos tradicionalmente cocinaban con la grasa del cerdo, no con aceites vegetales).

Los tradicionales productos fermentados de soja constituyen un aliño delicioso y natural que aporta importantes factores nutritivos a la dieta asiática. Pero excepto en tiempos de hambre, los asiáticos sólo consumen productos de soja en pequeñas cantidades, como condimentos, y no como substitutos de comidas animales, con una única excepción: los monjes que viven en monasterios y llevan un estilo de vida vegetariano, debido a los efectos de la soja para aquietar la libido.

Fue un meta-análisis de 1994 de Mark Messina, publicado la revista "Cáncer y Nutrición" el que avivó la polémica de las propiedades anti cancerígenas de la soja. Messina apuntó que de 26 estudios con animales, el 65 por ciento encontraron efectos protectores en la soja. Convenientemente pasó por alto incluir al menos un estudio en el que la soja provocaba cáncer de páncreas - el estudio de 1985 de Rackis. En los estudios humanos que citaba, los resultados estaban mezclados. Unos pocos mostraban algunos efectos protectores, pero la mayoría no mostraban ninguna correlación entre el consumo de soja y las tasas de cáncer. Concluyó que "los datos de este estudio no pueden ser usados como base para afirmar que un incremento del consumo de soja reduce los riesgos de padecer cáncer". Sin embargo, en el libro que escribió posteriormente, "La soja y tu salud", Messina afirma justamente eso, recomendando una taza o 230 gramos de productos de soja al día como la cántidad óptima para prevenir el cáncer.

Miles de mujer están consumiendo ahora soja creyendo que las proteje del cáncer de pecho. Sin embargo, en 1996 los investigadores encontraron que las mujeres que consumían concentrado de proteína de soja tenían una elevada incidencia de hiperplasia epitelial, una enfermedad que muchas veces desencadena en cáncer. Un año después, se observó que la ingesta diaria de genisteina estimulaba las células del pecho a entrar en el ciclo de las células - un descubrimiento que condujo a los autores del estudio a concluir que las mujeres no deberían consumir productos de soja para prevenir el cáncer de pecho.

Fitoestrógenos: ¿Panacea o Veneno?

Las especies macho de pájaros tropicales tienen al nacer el mismo plumaje deslustrado de las hembras, pero al alcanzar la madurez entre los 9 y los 24 meses su plumaje adquiere un brillante colorido.

En 1991, Richard y Valerie James, criadores de pájaros en Whangerai, Nueva Zelanda, compraron una nueva clase de alimento de pájaros, derivado de la proteína de soja, con el resultado de que sus pájaros adquirieron color en sus plumas en unos pocos meses. De hecho, un fabricante de comida para pájaros aseguró que ese rápido desarrollo era una ventaja añadida de la comida. Un anuncio de 1992 para el alimento de la marca Roudybush muestra la foto de un loro macho australiano, que normalmente adquiere un bello plumaje rojo entre los 18 y los 24 meses, ya brillantemente coloreado a las 11 semanas de vida.

Desafortunadamente, en años venideros, hubo una reducción en la fertilidad de los pájaros, con maduración precoz, crías atrofiadas, deformes o neonatas y muertes prematuras, especialmente entre las hembras, con el resultado de que la población total en los aviarios se vió gradualmente reducida. Los pájaros presentaban deformidades en el pico y en los huesos, bocio, desórdenes del sistema inmunológico y comportamiento agresivo y patológico. La autopsia reveló que los órganos digestivos estaban en estado de desintegración. La lista de estos problemas se corresponde con muchos de los problemas que tuvieron sus dos hijos, que fueron alimentados con substitutos de leche materna derivados de la soja.

Sorprendidos, horrorizados y enfadados, los Jameses contrataron al toxicólogo Mike Fitzpatrick. PhD, para que investigara más. Al revisar los trabajos del doctor Fitzpatrick descubrieron evidencia de que el consumo de soja se relacionaba con numerosos desórdenes, incluyendo infertilidad, aumento del riesgo de cáncer y leucemia infantil, y, en estudios que databan de los años cincuenta, que la genisteína de la soja causa alteraciones en las funciones endocrinas en animales. El doctor Fitzpatrick también analizó la comida de los pájaros y encontró que contenía altos niveles de fitoestrógenos, especialmente genisteína. Cuando los Jamases dejaron de usar alimento con soja, los pájaros volvieron poco a poco a su comportamiento y hábitos reproductivos normales.

Los Jamases se embarcaron en una cruzada privada para advertir al público y a los oficiales del gobierno sobre las toxinas en la comida de soja, particularmente sobre las isoflavonas, genisteína y diazen. Protein Technology International recibió su material en 1994.

En 1991, investigadores japoneses proclamaron que el consumo de una cantidad tan pequeña como 30 gramos, o 2 cucharadas de soja, por día durante un único mes conduce a un incremento significativo en la hormona TSH. Bocio difuso e hipotiroidismo aparecieron en algunos de los sujetos del estudio, y muchos se quejaron de estreñimiento, fatiga y letargia, incluso cuando su ingesta de yodo era la adecuada. En 1997, investigadores del Centro Nacional para la Investigación Toxicológica de la FDA hicieron el embarazoso descubrimiento de que las substancias que provocaban el bocio eran las propias isoflavonas.

25 gramos de concentrado de proteína de soja, la cantidad mínima que Protein Technology International declara con efectos para bajar el colesterol, contienen de 50 a 70 gramos de isoflavonas. Sólo 45 mg de isoflavonas en mujeres premenopáusicas conlleva efectos biológicos significativos, incluyendo una reducción en la producción de las hormonas que se necesitan para un adecuado funcionamiento de la tiroides. Estos efectos no desaparecían hasta 3 meses después de interrumpido el consumo de soja.

Cien gramos de proteína de soja -el máximo nivel sugerido para reducir el nivel de colesterol, y la cantidad recomendada Protein Technologies International - puede contener casi 600 mg de isoflavonas, una cantidad innegablemente tóxica. En 1992, el servicio suizo de salud estimó que 100 gramos de proteína de soja era el equivalente en estrógenos a la píldora.

Estudios in vitro sugieren que las isoflavonas inhiben la síntesis del estradiol y de otras hormonas esteroides. Se han observado problemas reproductivos, infertilidad, problemas de tiroides y de hígado debido a la ingesta de isoflavonas en varias especies de animales, incluyendo ratones, guepardos, codornices, cerdos, ratas, esturión y ovejas.

De las isoflavonas de la soja se dice que tienen un efecto beneficioso en los síntomas de la menopausia, incluyendo sofocos, y protegen además de la osteoporosis. Cuantificar las molestias producidas por los sofocos es extremadamente subjetivo, y la mayoría de los estudios demuestran que los sujetos de control experimentan una disminución de las molestias en una proporción igual a los sujetos que ingieren soja. La aseveración de que la soja previene la osteoporosis es extraordinaria, dado que la soja bloquea la absorción de calcio y causa deficiencias de vitamina D. Si los asiáticos tienen de hecho niveles más bajos de osteoporosis que los occidentales es porque su dieta es rica en vitamina D procedente de las gambas, el tocino y los mariscos, así como del abundante calcio contenido en los caldos hechos con huesos. La razón de que los occidentales tengan una tasa tan alta de osteoporosis se debe a que han substituido la mantequilla por el aceite de soja, que constituía una fuente tradicional de vitamina D, y de otros activadores de las grasas solubles, necesarias para la absorción del calcio.

Píldoras de control de la natalidad para los bebés

Eran las isoflavonas del sustituto de leche materna lo que preocupaba más a los Jamases. En 1988 los investigadores reportaron que la cantidad de exposición diaria de los bebés a la isoflavona de soja es de 6 a 11 veces mayor en relación a su peso que la dosis que tiene efectos hormonales en los adultos que consumen productos derivados de la soja. Las concentraciones en plasma de isoflavonas en los bebés alimentados con sustitutos de leche materna de soja era de 13.000 a 22.000 veces mayor que las concentraciones de estradiol en bebés alimentados con leche de vaca.

Aproximadamente el 25 por ciento de los niños que no son amamantados en USA toman sustitutos a base de soja, un porcentaje mucho mayor que en otras partes del mundo. Fitzpatrick estima que un bebé alimentado exclusivamente con este tipo de sustituto de la leche recibe el equivalente en estrógenos (respecto a su peso corporal) de al menos 5 píldoras de control de natalidad al día. Al contrario, casi no se han detectado fitoestrógenos en los sustitutos de leche materna de leche o en la propia leche humana, incluso cuando la madre consume productos de soja.

Los científicos han sabido durante años que los sustitutos de leche maternal basados en la soja pueden causar problemas de tiroides en los niños. Pero, ¿cuáles son los efectos de los productos de soja en el desarrollo hormonal de los niños en ambos sexos?

Los niños experimentan una subida de la testosterona durante los primeros meses de vida, cuando sus niveles de testosterona son comparables a los de los adultos. Durante este periodo, el bebé programa los caracteres masculinos que desarrollará después de la pubertad, no sólo sus órganos sexuales y otros rasgos físicos masculinos, sino sentando también patrones en el cerebro característicos del comportamiento masculino. En los monos, la deficiencia de hormonas masculinas dificulta la percepción espacial (que en los humanos es normalmente más aguda en hombres que en mujeres), la capacidad de aprendizaje y la discriminación visual de las tareas (como se requeriría en la lectura).

No hace falta decir que los futuros patrones de orientación sexual pueden verse también influenciados por una exposición temprana a hormonas. Los bebés del sexo masculino expuestos durante la gestación a diethylstilbestrol (DES), un estrógeno sintético que tiene efectos similares en los animales a los fitoestrógenos de la soja, tienen testículos más pequeños de lo normal al madurar.

Dificultades en el aprendizaje, especialmente en los niños varones, han alcanzado proporciones de epidemia. No se puede ignorar el sustituto de leche materna a base de soja -que comenzó a comercializarse a principios de 1970- como una probable causa de estos lamentables desarrollos.

En cuanto a las niñas, un número alarmante está alcanzando la pubertad mucho más temprano de lo normal, de acuerdo a un recente estudio citado en la revista Pediatría. Los investigadores encontraron que el uno por ciento de todas las niñas muestran ahora signos de pubertad, como desarrollo de los senos o vello púbico antes de los tres años de edad; a los ocho años el 14,7 por ciento de las niñas blancas y casi el cincuenta por ciento de las afroamericanas tienen uno o ambos rasgos sexuales.

Nuevos datos indican que los estrógenos ambientales como PCBs y DDE (un producto derivado del DDT) pueden provocar un desarrollo precoz en las niñas. El 1986 el estudio Puerto Rico Premature Thelarche puso de manifiesto que la asociación más significativa entre la dieta y el desarrollo sexual temprano no era el pollo, como afirmaba la prensa, sino los substitutos de leche materna a base de soja.

Las consecuencias de esta infancia reducida son, sin duda, trágicas. Las niñas con cuerpos maduros deben enfrentarse con sentimientos e impulsos que la mayoría de los niños no están preparados para afrontar. Y una temprana maduración en las niñas normalmente provoca problemas en el sistema reproductivo más tarde en la vida, incluyendo problemas en la menstruación, infertilidad y cáncer de pecho.

Los padres que se han puesto en contacto con los Jamases cuentan otros problemas asociados con niños de ambos sexos a los que se alimentó con sustitutos de leche materna a base de soja, incluyendo un comportamiento emocional muy acusado, asma, problemas del sistema inmune, insuficiencia en la glándula pituitaria, problemas en las tiroides y síndrome del colon irritable -los mismos problemas endocrinos y digestivos que afligieron a los loros de los Jamases.

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