Granjeros y apicultores de Estados Unidos se preocupan al ver un enorme decline en las abejas que polinizan cultivos de comida.
Mientras que la Unión Europea está
deliberando la prohibición del uso de pesticidas neonicotinoides en los
cultivos que frecuentan las abejas para disminuir la mortalidad del
desorden de colapso de colonias, en Estados Unidos continúan haciendo
amplio uso de ellos.
Un neonicotinoide es un tipo pesticida
sistemático relativamente nuevo a base de nicotina, es implantado en las
semillas para que al crecer, las plantas retengan el pesticida y así
maten a los insectos que se alimentan de ellas. Desde el 2005, el año en
que se empezaron a utilizar este tipo de químicos en las plantas, se
han incrementado de manera inesperada el número de muertes de abejas.
Ya que el misterioso desorden de colapso
de colonias ha causado en tan sólo el último año la muerte de
aproximadamente el 50% de las abejas utilizadas para polinizar la
Agencia de Protección
Ambiental (aunando a esto una demanda de parte de
agricultores y apicultores que señalan que son responsables del uso de
un pesticida nocivo)al fin ha decidido involucrarse e investigar el
problema a fondo. Mientras que los apicultores se habían acostumbrado a
perder un tercio de sus abejas entre otoño-invierno, la perdida de la
mitad de ellas antes de la primavera representa pérdidas mucho más
significantes.
La preocupación principal de
agricultores y apicultores es el efecto que el enorme incremento en
muertes de abejas comerciales tendrá en la producción y costos de
cultivos alimenticios. Según cifras del Departamento de Agricultura de
Estados Unidos, una cuarta parte de la dieta estadounidense depende de
la polinización de las abejas.
Recientemente la enorme polinización de
almendros en California se llevó a cabo y se utilizaron 1.6 millones de
colmenas de abejas comerciales. Un apicultor explicó que planeaba mandar
13,000 colmenas de abejas a California, o sea 31 tractores llenos de
ellas, pero para el principio de la temporada tan sólo pudo mandar 3,000
colmenas sanas.
La razón por la que muchos científicos
tanto americanos como europeos han señalado a los neonicotinoides como
causantes del incremento en muertes de abejas es porque su duración en
las plantas es de semanas o meses. Mientras que los pesticidas que se
utilizaban antes tenían una duración de unos cuantos días antes de
volverse nulos, ahora el uso de neonicotinoides significa que las abejas
llevan polen contaminado a sus colmenas por meses; de manera que las
siguientes generaciones de la colmena llevan una dieta continua de
pesticidas.
Los apicultores señalan que consumir el
pesticida una o dos veces podría no ser nocivo para las abejas, pero una
dieta de pesticidas constantes que aparte transcienden varias
generaciones, claramente lo es. Uno de los apicultores, Mr. Adee lo
explicó de la siguiente manera: “Beber whisky una o dos veces al año no
va a hacer ninguna diferencia, pero si bebes whisky todas las noches por
365 días al año, vas a destruir tu hígado. Es lo mismo con las abejas”.
En términos económicos la muerte de las
abejas es particularmente preocupante ya que la baja repentina en
colmenas significa que los agricultores deben pagar más por ellas, al
grado que la renta de cada colmena ahora cuesta 20% más (aproximadamente
$200 dólares por cada colmena), cosa que seguramente se verá reflejado
en los costos de los cultivos de manzanas, cebollas, brócoli, coliflor,
chiles, papaya, melón, zanahorias, higos, soya, maíz, mango, y otras
plantas que las abejas polinizan.
Tanto los apicultores como agricultores
se encuentran extremadamente preocupados por las repercusiones que la
muerte de abejas tendrá este año, pero también se preocupan por el
futuro de sus colmenas, al grado que algunos apicultores han decidido no
participar en algunas cosechas para tratar de evitar más muertes.
El problema sin embargo no está en manos
de los apicultores ni (hasta cierto punto) los agricultores, si no en
las manos de los productores de pesticidas, semillas transgénicas, y
aquellos legislativos que permiten su uso sin un fuerte respaldo
científico que asegure que no son nocivos. El presidente de CropLife
America, compañía que representa al 90% de los productores de pesticidas
dijo “respaldamos la noción de que este producto es seguro y no
contribuyen de forma mensurable a las preocupaciones de salud de los
polinizadores.”
Este último comentario no parece ser
particularmente confiable ya que muchos científicos creen que no se han
hecho suficientes estudios para ver el efecto de los neonicotinoides en
las abejas, y no se ha conducido una sola investigación que determine
los efectos de todas las substancias que se usan en los cultivos de
manera combinada.
Tanto los apicultores de Estados Unidos
como Europeos creen que los neonicotinoides son la causa principal de
las muertes, sin embargo ha sido sólo en Europa donde los científicos
han determinado que realmente son una amenaza para las abejas, los
cultivos y como consecuencia aquellos que los consumen. Sin embargo, hay
otras amenazas para las abejas; químicos como fungicidas que evitan que
los insectos maduren o los cultivos genéticamente modificados que
permiten que diferentes cultivos sobrevivan ser expuestos a herbicidas.
Las aguas turbias de la agricultura
mundial siguen sin cambiar y no lo harán mientras que las legislaciones
permitan el uso de sustancias cuyos efectos no han sido estudiados a
largo plazo o en conjunto con otras sustancias (cómo realmente se usan
en los campos de cultivo). Por el momento lo único que la regulación de
ciertos químicos representa es una legalización de venenos con
repercusiones desconocidas que sólo beneficia a las multinacionales.
“Me hubiera sentido insultado si me
hubieran llamado ambientalista hace unos años. Pero lo que antes hubiera
considerado un punto de vista extremo, ahora comienzo a pensar: Esas
personas, con sus protestas y puños al aire, realmente sabían algo.
Quizá solo se habían adelantado al llamado de la campana.” Refleja Adee.
Es cierto, lo que algunos apicultores,
agricultores y consumidores sentían era una actitud exagerada al uso de
pesticidas por parte de los ambientalistas se ha convertido en una
realidad. Colectivamente hemos cosechado una conciencia de indiferencia y
nos hemos enajenado de la manera en que se producen nuestros alimentos.
Hemos dejado que mafias internacionales dominen nuestra nutrición y
hemos sido testigos pasivos mientras compañías como Monsanto se adueñan de aquellos que buscan posibles soluciones al problema.
Para ser parte de la solución debemos dejar nuestra cómoda pasividad a
un lado y comenzar a consumir más productos orgánicos, y si es posible,
nacionales.
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