La Oscura relación entre Hollywood y el Ejército de EEUU
Hollywood
y el Pentágono han copulado en la oscuridad desde los inicios de la
industria del cine y de paso han copulado con tu mente con una incesante
- a veces sutil, a veces explícita - propaganda, que es lo que sustenta
la demencia planetaria que permite que vivamos en guerra.
Parte fundamental del
entretenimiento es que el producto final no revela lo que hay detrás:
esto es lo que ha sido llamado "la magia del cine".
No vemos los monumentales sets
(maquetas, animaciones digitales o cartón); no vemos a los cientos de
personas que participan para lograr una toma; no vemos, en lo absoluto,
las cámaras, las luces, los micrófonos y toda la tecnología que permite
que la imagen con todo su brillo y poder entre a tu mente.

Como expondremos aquí,
basándonos en datos verificables, todos somos objeto de una operación
propagandística de control mental, que tiene uno de sus frentes más
claros y mentalmente más invasivos en la relación entre el Ejército de
Estados Unidos y Hollywood, tanto, que es apropiado hablar de estas
industrias como una sola de Entretenimiento-Militar (o
Military-Entertainment Complex, como se le llama en inglés).
Esta estrecha relación se basa
en una conveniente dependencia entre ambas industrias. Por una parte
Hollywood necesita de los "juguetes" del Ejército para filmar cualquier
escena de guerra o incluso del género futurista (usando tecnología que
dé verosimilitud); por otra parte, el Pentágono necesita de la difusión,
del marketing de Hollywood para promover un perenne estado de guerra,
convencer a los ciudadanos de enlistarse en la milicia o mostrarse
complacientes con un Estado que tolera que sus contribuciones sean
usadas para financiar la monstruosa máquina bélica. La publicidad
directa, el Ejército lo ha notado, no es tan efectiva como la
glorificación de la guerra y la empatía que logran, con todo el arte
dramático, los magos del show business, los forjadores de sueños del
bosque sagrado de Hollywood. Además existe un lazo profundo entre los
grandes estudios de Hollywood, sus dueños y los dueños de las grandes
compañías como General Electric, NBC y Universal, que también tienen
participación en la industria militar. Un negocio redondo.
Cuando podríamos pensar que la
sociedad está cansada de la guerra, se viene, necesariamente para
dinamizar esta economía neuropolítica, una cuantiosa camada de cintas
que exaltan el espíritu de la guerra y lo incrustan en la profundidad de
la psique de los ciudadanos - que a fin de cuentas son los que pagan,
lo mismo los boletos de cine que los misiles y aviones de guerra.
David Sirota, cuyo trabajo
encomiamos por dar a conocer en el mainstream la colusión entre
Hollywood y el Pentágono, advierte que se aproxima una serie de
películas cuyo objetivo es ensalzar a los Navy Seals y, claro, reforzar
la ideología pro-guerra. El director Peter Berg acepta incluso que en su
próximo tributo cinematográfico a los Seals contó con la aprobación del
Pentágono. "La idea de una vieja cinta de combate, en la que la
política está muy clara - apoyamos a estos hombres - fue más atractiva
para ellos", dijo Berg, haciendo notar que la película será "un
desinhibido tributo a la valentía de los Seals". Saquen los violines,
las gotas perladas de su sudor en close-up, los lentes de nightvision y
las ráfagas de artillería de última generación.
La renombrada dierctora Kathryn
Bigelow (primera mujer en ganar el Oscar al mejor director y esposa del
agente de la industria militar, James Cameron) es la elegida para
dirigir la oda fílmica a la captura de Osama bin Laden. La película hará
uso de información clasificada brindada por la CIA y evidentemente
contará una historia para que se regodee el Pentágono. "La misión fue un
triunfo estadounidense, tanto heroico como apartidista, y no hay
ninguna base para sostener que nuestra película representará esta enorme
victoria de otra forma", dijo Bigelow, endulzando los bigotes de los
peces gordos del Pentágono.
Ahora veamos que esta
connivencia, como brazo de propaganda, es tan vieja casi como la
industria del cine y mucho más sutil y poderosa que lo hecho por
Goebbels.
¡¡Fuego amigo!! Una breve historia de amor entre Hollywood y la Industria Militar
David L. Robb documenta en su
libro Operation Hollywood la enorme cantidad de películas que han sido
subvencionadas y avaladas por la industria militar. Esta sociedad, que a
fin de cuentas hace su merchandising sobre la mente de las masas, se
sella cuando Estados Unidos entró a la Primera Guerra Mundial,
estableciéndose paralelamente el Comité de Información Pública que
formula las pautas a seguir para promover el apoyo doméstico. En 1917 el
diario de la industria del cine, Motion Pictures News, proclama: "Todo
individuo trabajando en la industria ha prometido proveer afiches,
películas, tráilers y negativos para esparcir la propaganda necesaria
para la inmediata movilización de los grandes recursos de la nación".
La ganadora del primer Premio de
la Academia a la Mejor Película, Wings (una especie de proto Top Gun de
1927), contó con todo el apoyo del Pentágono.
Con la entrada de Estados Unidos
a la Segunda Guerra Mundial la colaboración se expandió niveles
inéditos. Los estudios de Hollywood produjeron, a la velocidad de las
palomitas de maíz, una serie de dramas de guerra para exaltar el
heroismo del esfuerzo estadounidense en combate. Numerosas películas se
produjeron, pero quizás la más conocida sea el documental Why We Fight,
presentado en siete entregas (1942-1945), obra del brillante director
Frank Capra (italiano de origen), quien en cierta medida jugó el mismo
papel que Leni Riefenstahl en la Alemania Nazi.
En los años 50 la milicia
trabajó con Lassie para mostrar nueva tecnología militar y produjo
"Mouse Reels" para el Mickey Mouse Club: uno de los programas mostraba a
unos niños visitando el primer submarino nuclear (eso es lo que se
llama formar futuros). Al respecto el periodista David Robb descubrió un
memorándum del Pentágono, de esa misma época, en el que sea hacía notar
que la producción mediática enfocada en los niños "es una excelente
oportunidad para introducir a una nueva generación a la Marina nuclear".
Los niños siguen siendo el
blanco del Pentágono. Como afirma David Sirota en su nuevo libro Back to
Our Future, buena parte de la industria de los videojuegos fue
subsidiada en el inicio por contratistas militares, de donde se entiende
por qué la mayoría de los primeros juegos tuvieron una inclinación
marcial (Atari Combat, Misile Command, Contra, etc.) Y si bien esto es
algo que aún prevalece, será el tema de un artículo próximo.
Sin embargo, la influencia del
Pentágono no se limita a películas de guerra o videojuegos. La comedia
disparatada Stripes, con Bill Murray, fue drásticamente alterada en su
preproducción, evitando mencionar las bases militares y la influencia
del Ejército de Estados Unidos en América Latina.
Jurassic Park III (2001) recibió
dos helicópteros Seahawk, cuatro vehículos anfibios de asalto y ochenta
miembros de la fuerza naval para redar una playa al final de la
película (porque además, por si lo anterior no bastara, en la nueva gama
de películas de Navy Seals se obliga a los soldados a ser actores).
Esto se dio bajo el acuerdo de hacer "product placement" militar. Un
beauty shot muestra el logo de la Fuerza Naval durante el momento cumbre
del rescate de los protagonistas y se incluyó una línea de diálogo
donde se agradece a los marines (esos héroes de la forzada imaginaria
pop).

Asesores especiales militares
reciben un nombramiento especial para asegurarse que los directores no
intenten introducir innovaciones fuera del guión que se alejen de las
directrices del Pentágono. El mariscal David Georgi, asesor de la
película Clear and Present Danger, le dijo a Robb: "Siempre está en la
mente de los productores intentar darle un giro a la película en la
dirección original que nos habían presentado [...]. Es mi trabajo como
consejero técnico asegurarme que la película no se desvíe
sustancialmente de la versión aprobada" (Operation Hollywood, p. 38).
Esta intereferencia es tal que
hoy en día ni siquiera la tratan de ocultar. La Oficina de Entrenimiento
de la Fuerza Aérea incluso tiene su propio sitio web Wings over
Hollywood y la CIA nombró en el 2001 a su asesor oficial para la
industria del cine.
Después del 11 de septiembre el
principal asesor político de George W. Bush, Karl Rove, se reunió con
los jefes de las grandes casas productoras para obtener su apoyo en la
guerra contra el terror.
En junio de este año, Michelle
Obama reunió a 500 productores, escritores y actores en Los Ángeles para
pedirles que incorporaran más historias militares familiares al
entretenimiento como parte de la iniciativa de la Casa Blanca "Joining
Forces".
Entre las películas más
recientes que han contado con el apoyo de equipo militar se encuentran
los blockbusters Trasnformers 3 y Battle of Los Angeles (una película en
la que el Ejército lucha contra unos OVNIs, algo que podría ser parte
de la nueva gran agenda de programación predictiva del Pentágono:
extraterrestres y transhumanismo).
En contraste, hay que resaltar
las películas que no recibieron apoyo de la industria militar porque sus
directores se negaron a modificar la historia: The Last Detail (1973),
Apocalypse Now (1979), An Officer and a Gentleman (1982), Born on the
Fourth of the July (1989) y Forrest Gump (1994).
Por otra parte, como señala
David Robb, la manera preferencial en la que el Pentágono apoya a
ciertas películas y a otras no es una violación de la Primera Enmienda
de Estados Unidos, en la que se hace manifiesto no solo el derecho a la
libre expresión, sino también que el gobierno no deberá favorecer una
expresión sobre otra. La infraestrcutura militar de Estados Unidos le
pertenece a los ciudadanos, por lo cual, en teoría, no debería de
comportarse como una corporación privada en la que se puede escoger,
arbitrariamente, con qué empresa se trabaja. En todo caso se debería de
licitar el uso de su tecnología a cualquier película y no solo a
aquellas que aceptan glorificar sus intereses.
Hoy en día un manojo de
compañías controlan el cine en Estados Unidos, princpalmente Disney,
AOL-Time Warner, Sony, General Electric, News Corporation y Seagram. Los
intereses de estas compañías generalmente están alineados con los de la
industria militar y sus contratistas, como parte de una gran obra
(sangrienta) de ficción planetaria. Como dijera Rupert Murdoch en el
2003, después de la invasión de Irak, una ocupación exitosa bajaría los
precios de petróleo y beneficiaría la economía: "Esto sería más grande
que cualquier reducción de impuestos en cualquier país".

"La películas nos han robado nuestros sueños. De todas las traiciones esta es la peor".
Sueños minados, mentes
militarizadas. Para que el mundo permita que siga sana y campante la
industria de la guerra (algo totalmente demente) se necesita una
imperceptible lobotomía de la mente global. ¿De qué otra forma aceptaría
un joven ir a morir a una tierra lejana solamente para que los CEOs de
las grandes compañis petroleras, de los bancos, de las grandes
productoras, engrosen los ceros en sus cheques a fin de año? ¿De qué
otra forma odiaríamos a los habitantes de un país que no conocemos y que
no nos han hecho nada (solo han agredido un supuesto ideal), que viven a
miles de kilómetros, si no somos bombardeados mentalmente para
conseguir el efecto de que percibamos a estas personas como malignas y
pensemos que debemos destruirlas en pro de la libertad o alguna otra
abstracción?
Así que si alguna vez te habías
preguntado por qué incluyen balaceras y persecuciones injustificadas en
casi todas las películas de Hollywood, ahí tienes tu respuesta. Ahora
pide que te regresen un cerebro que pueda estar en paz.
Fuente: [Pijamasurf]
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