La puerta hacia la libertad interior
El
perdón es la fuerza sanadora más poderosa del universo, y es la puerta
hacia la libertad, pues sólo perdonando a los demás y a ti mismo podrás
sentirte libre interiormente.
El perdón proviene del Amor, por
eso sólo puedes perdonarte si te amas a ti mismo. Y después de haberte
perdonado, sentirás un Amor aún más profundo, el Amor se habrá
expandido.
Perdonar es el mayor regalo que puedes darte a ti mismo.
A
veces tenemos ciertas resistencias a perdonar. Pensamos que si nos
perdonamos o perdonamos a alguien, le estaremos quitando importancia a
lo sucedido. Pero en realidad no se trata de perdonar lo que uno mismo o
el otro hizo. Se trata de perdonar el por qué actuamos de determinado
modo.
Si abres tu corazón de verdad a alguien, por ejemplo, y esa
persona te engaña y te traiciona, quizás te resulte difícil perdonarle,
pues tu mente te dirá que lo que ha hecho es injusto y cruel.
Imperdonable. Al fin de cuentas tú le entregaste lo mejor de ti, y le
amaste de verdad.
Pero si expresas la ira o el profundo dolor que
quizás sientas, y luego meditas acerca de todas las lecciones que esa
experiencia te trae y las integras, el perdón llegará de un modo fácil,
sin esfuerzo.
No perdonas la traición en sí misma, sino los
motivos que le llevaron a esa persona a actuar de aquel modo. Quizás
haya sido el miedo a estar vulnerable y abrirse de verdad. O tal vez la
persona no se sentía merecedora de tu Amor, pues se sentía culpable de
sus “errores” pasados, o simplemente no se amaba a sí misma lo
suficiente.
Entonces puedes ponerte en su lugar, puedes
comprender sus limitaciones, y perdonarle por esas razones se torna más
fácil. La persona estaba, sencillamente, asustada y herida.
Entonces
guardarás en tu memoria y en el corazón todos aquellos momentos
hermosos y mágicos compartidos, y todo lo demás caerá en el olvido por
sí mismo.
También irás comprendiendo que los demás son apenas tu
espejo. Y cuando el otro actúa de un modo que te hiere de alguna manera,
te está mostrando, aún sin ser consciente, algo que debes sanar en ti
mismo.
Otra resistencia a perdonar proviene del miedo de que, al
hacerlo, uno se vea en la obligación de reconciliarse con el otro. Pero
esto no es necesario si no lo sientes, o no es lo adecuado para ti y tu
crecimiento.
Recuerda que la función del perdón es liberarte. Te
perdonas y perdonas al otro para recuperar la libertad de tu alma. Y por
eso mismo el perdón no conlleva ninguna obligación con los demás.
Es
importante tener en cuenta que el perdón no es otorgado desde una
posición de superioridad. Si lo consideras de este modo, tendrás
resistencias para perdonar, porque te sentirás incómodo o inadecuado. O
entrarás en una sutil lucha de poder, que es exactamente lo opuesto a lo
que el perdón brinda.
En lugar de pedirle perdón a alguien, es
mucho más sano y efectivo sentir arrepentimiento, y no culpa, y decirle
al otro de un modo sincero y profundo: “Lo siento, lo siento mucho”.
De este modo ambos permanecen en una posición de igualdad, y pueden compartir el dolor o el pesar que sienten por lo sucedido.
Entonces
pueden perdonar y perdonarse de un modo humano, natural y abierto. Y en
ese proceso, el Amor se profundiza, y el perdón realmente libera a
ambos.
Muchas veces nos resulta más fácil perdonar al otro que a nosotros mismos.
Si
fuiste tú quien engañó y traicionó al otro, por ejemplo, perdonarte a
ti mismo puede resultarte difícil. Sabes que has herido profundamente a
alguien que se había abierto y confiado en ti, y quizás piensas que has
sido un cobarde y has actuado de un modo cruel. Las voces de la sociedad
o de la religión te acosarán -la voz de ese juez que todos llevamos
dentro-, diciéndote que te mereces un castigo. Y comienzas a castigarte a
ti mismo inconscientemente, de diversas maneras: tienes un accidente,
empiezas a usar drogas o a beber alcohol, te involucras en otra relación
que es destructiva, pierdes tu empleo, etc.
Pero si te detienes a
tiempo, antes de entrar en esa dinámica demoledora, y expresas el dolor
que te produce darte cuenta de lo que has hecho, el perdón a ti mismo
ya está en camino.
Te haces responsable y expresas a solas lo que
sientes. Luego meditas acerca de las razones que te llevaron a actuar
de aquel modo, y te perdonas por ellas, te perdonas por los motivos que
te llevaron a ocasionar dolor en el otro. Y aprendes las lecciones, y
las digieres y las integras, para así evitar volver a actuar del mismo
modo la próxima vez que alguien se abra de verdad contigo.
Pues
si no aprendes esas lecciones a fondo, podrás tener una infinidad de
relaciones, por ejemplo, pero tarde o temprano actuarás del mismo modo
con todas ellas.
Y entonces perdonarte se hará más difícil, pues
irás acumulando en tu historia personal una larga serie de traiciones, y
posiblemente caerás en patrones auto-destructivos, o caerás en la
negación del Amor; no te permitirás amarte ni amar de verdad a nadie
nunca, lo cual hará que tu vida carezca de un verdadero sentido.
Recuerda que sin perdón no puede haber Amor, ni por los demás ni por ti mismo.
El perdón es la mayor fuerza liberadora que existe en todo el universo.
Al
perdonarte y perdonar al otro, ambos son liberados. Ya están libres, ya
sea para seguir con la relación pero de un nuevo modo, o para que cada
uno pueda seguir su respectivo camino.
Recuerda que te mereces perdonarte siempre, no importa lo que hayas hecho o haya sucedido.
El perdón te conduce al verdadero Amor, al Amor incondicional, al Amor eterno e infinito.
(Violeta Zurkán)
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