Ante la inminente inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 sucede un hecho singular con el fuego de su emblemática antorcha, el cual replicó en su caprichoso diseño a un portador de antorcha.
Como si de un juego de espejos se
tratara, una señal puesta ahí para el desciframiento de los entendidos,
la antorcha olímpica que recorre por estos días tierras británicas ante
la inminente inauguración de la justa deportiva internacional, incurrió
en un momento que raya entre lo misterioso y lo inexplicable cuando su
fuego tomó la forma de un corredor portando una antorcha.
La imagen fue captada la semana pasada
durante un recorrido del emblemático fuego de Hereford a West Midlands,
en el oeste de Inglaterra.
Y aunque es evidente que en la toma no
puede descartarse el papel de la contingencia ―el ángulo, la luz, el
momento del día, el preciso instante en que el fotógrafo accionó el
disparador― por lo pronto la inquietante casualidad nos deja pensando en
la pareidolia, la piromancia, los significados ulteriores y posiblemente inexistentes de sucesos tan extraños, tan coincidentes, como este.
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